En los últimos años, en las azoteas y balcones de las grandes urbes empiezan a proliferar los huertos o jardines, las asociaciones vecinales recuperan viejos solares para convertirlos en improvisados huertos, y los propios ayuntamientos ceden terrenos a familias y grupos de personas interesadas en cultivar sus propias verduras y garantizar la obtención de alimentos de subsistencia básica.
Hoy en día, la apuesta va más allá de disponer de espacios más tradicionales como parques y jardines, sino a través de la construcción de techos y fachadas ajardinados, e incluso verdaderos huertos en nuestras azoteas y terrazas. En este último caso, esta filosofía iría en la línea con otras tendencias como es el consumo de productos Km 0.
Ciudades como Nueva York, Berlín, Londres, Detroit, Barcelona, Valencia o Vitoria están desarrollando iniciativas más o menos ambiciosas a escala ciudad en materia de Agricultura Urbana. La motivación principal no es repintar la cara a la ciudad, sino poblarla de cubiertas vegetales que permitan la captación de agua de lluvia y la absorción de CO2. Con tal fin, se están estudiando distintas alternativas con criterios normativos, técnicos y fiscales que faciliten la instalación de verde en los espacios exteriores de las fincas. Las cubiertas vegetales pueden ayudar a mitigar el efecto isla de calor típico de las ciudades y estas actuaciones son ya frecuentes en algunas ciudades de Oriente Medio o del Extremo Oriente, como Malasia y Singapur.